10 de julio de 2013

La mujer del vestido rojo

La chica del vestido rojo - Óleo sobre tela- Basi Mateo

Aquí estoy, perdido en medio de esta multitud, aburrido y fuera de lugar, con una copa de champán  en la mano. Gente elegante se mueve alrededor de mí saludándose y hablando, mientras yo me encuentro solo. De repente, ella entra en mi campo de visión. Lleva un vestido rojo de noche que se ajusta a sus sugerentes curvas. Su pelo es largo y lo lleva suelto cayendo en suaves ondas. Su cara es de porcelana y en ella destacan sus jugosos labios pintados de rojo.
Lo que más llama mi atención es que permanece sola, apoyada ligeramente en una columna, con la copa en su mano y la mirada ausente. Su barbilla está un poco elevada, por lo tanto no se siente cohibida, ni quiere pasar desapercibida. La imagen que da, es la de una mujer segura de sí misma y un tanto misteriosa. De repente, ella capta mi mirada, la mantiene unos segundos y después la desvía frunciendo el ceño.
Vaya, la he contrariado, seguro que piensa que soy un baboso que se la está comiendo con los ojos, y la verdad es que mucho no se equivoca.

Con los nervios me entran ganas de fumar y salgo a la terraza. Hace una bonita noche, los fumadores nos vamos congregando bajo la luz de la luna compartiendo mecheros y miradas comprensivas. De repente, noto como alguien me toca en el hombro y la veo, casi me quedo sin aliento.
-¿Podrías darme un cigarro?-me dice con una voz firme y seductora.
Yo asiento embobado por su belleza y cuando lo sujeta entre los labios le doy fuego.
-¿Qué te trae a esta fiesta?-me pregunta. No pareces conocer a mucha gente.
-Pues he venido porque un amigo me lo ha pedido, le han invitado por su trabajo y ha insistido en que le acompañe, y ahora anda por ahí haciendo el agosto para su negocio. De todas formas yo podría preguntarte lo mismo. No estás muy acompañada.
-Soy una espía, he venido a hacer mi trabajo.-me dice mientras levanta sus perfectas cejas.
-Claro, claro.-le digo riendo. Y ahora yo tengo que morir porque me lo has confesado.
-Nadie te creería.-afirma encogiéndose de hombros.
Yo la miro extasiado, hasta mintiendo está atractiva. Más si es posible.
-Bueno, gracias por el cigarro, guapo.-y se aleja mientras tira un beso al aire.
Vaya que lástima, creí que este acercamiento podría llevar a algún lado. No hubiera estado mal sentirme como James Bond por una vez. Aunque todavía queda mucha noche, quizá…



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